Por: Lic. Vito Giancarlo Sandoval Certuche
El presente texto pretende poner en consideración algunas de las realidades de la sociedad actual colombiana y su relación con el género del esperpento de Valle-Inclán que se logran observar en la obra “Érase una vez el amor, pero tuve que matarlo” de Efraím Medina Reyes.
Para empezar el camino del análisis, es necesario contextualizar el término esperpento dentro del campo literario para precisar situaciones de comparación con la sociedad colombiana actual, así pues, cuando se aborda lo “esperpéntico” nos referimos a que se ha degradado, se ha cosificado, se ha desnaturalizado, y con ello mostrar una realidad más grotesca, quizá caricaturesca del mismo modo.
Por ejemplo, al leer el texto de Medina Reyes, en sus primeros apartados, se logra dilucidar un acercamiento al desarrollo de lo esperpéntico, tal y como se ve a continuación: “[…] Voy a quebrarle las pelotas a ese malparido, voy hacerlo padecer como rata ciega en el cumpleaños de Don Gato […] voy a reventar su estrecho cerebro de mono” (p.105). El autor hace uso de elementos de la historia y de la ficcionalidad literaria, donde pretende ofrecer entre líneas una crítica de la sociedad en la que vive y, por ello, se sirve de algunos elementos de la cultura o jerga de la realidad colombiana. Así mismo, Chacón (2016) aclara un poco más sobre los rasgos de esperpento o degradación en la obra de Medina Reyes: “Utiliza lo grotesco, la carnavalización, el absurdo para mostrar la realidad novelada en su obra, que se constituye como una sátira a la sociedad colombiana de su momento. Haciendo de la obra con rasgos propios de la estética del esperpento” (p.11).
Ahora bien, desde los apartados de Los cuernos de Don Friolera, podemos observar la siguiente acotación, que se halla al final de la escena IX:
COPLA DE DON FRIOLERA
Una bruja al acostarse/se dio sebo en los bigotes / y apareció a la mañana comida de los ratones. Doña TADEA abre repentinamente el ventano, al final de la copla, y aparece con un guitarro, el perfil aguzado, los ojos encendidos y redondos, de pajarraco.
COPLA DE DOÑA TADEA
¡Cuatro cuernos del toro! / ¡cuatro de ciervos! / ¡Cuatro de mi vecino! / ¡Son doce cuernos! (VALLE-INCLÁN, 1990: 180)
Aquí Valle-Inclán, hace uso de lo carnavalesco, a través de la música, el chisme.
Algo semejante ocurre en Luces de bohemia, de Valle-Inclán, donde él formula una la primera teoría del esperpento, por medio de un diálogo entre los personajes principales (Mex Estrella y Don Latino de Híspalis):
Don Latino. – ¡Pudiera! Yo me inhibo.
Max. -Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
Don Latino. -Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
No obstante, FERRECCIO (1974) menciona “La trasformación al servicio de la musicalidad constituye una fuente inagotable de nuevos vocablos para la etimología popular; es quizás este el sentido que no justifica su inclusión dentro de la producción esperpéntica de Valle Inclán”, (p.54), evocando que la musicalidad perteneciente a lo carnavalesco no hace parte del eje esperpéntico.
Finalmente, y después de observar algunas acotaciones sobre esperpento literario, evidenciado en las obras de Medina Reyes y Valle-Inclán, es viable, apropiarse del término en su amplitud conceptual para que se logré vislumbrar el sentido caricaturesco y grotesco tanto en los aspectos sociales, culturales, familiares de la cotidianidad colombiana.
BIBLIOGRAFÍA
- CHACÓN.S. 2016. “Ecos valleinclanescos en érase una vez el amor, pero tuve que matarlo de Efraím Medina Reyes”
- FERRECCIO PODESTÁ, MARIO, “Un recurso elusivo del español de Chile” en Boletín de Filología de Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Chile, tomos XXV y XXVI (1974-1975), 155-175.